
(del latín tardío “cappa”, de “capere”, coger, contener) (Del latín vulgar ‘plóvere’ = llover, porque originalmente fue empleada para protegerse de la lluvia en las procesiones).
Capa abierta por delante, cubre toda la espalda del sacerdote y llega hasta cerca del suelo, sujeta adelante por un broche. En todo momento a lo largo de la historia, suele adornarse con flecos y bordados.
Servía en un principio, para proteger de las lluvias en las funciones al aire libre, y procesiones. Hoy se sigue utilizando en las mismas ocasiones, y en las laudes y vísperas solemnes, exequias, bendiciones eucarísticas, para la hora Santa o procesiones con el Santísimo, algunas veces para celebraciones como el Bautismo, Matrimonio, Confirmación y funerales.
La capa llamada pluvial puede ser de seda, raso, o telas brocadas, en los colores litúrgicos.
Su uso es facultativo, es decir, libre o voluntario.
Capa pluvial: según algunas teorías, la capa pluvial se deriva de la antigua lacerna o birrus, un vasto semicírculo de lana blanca, bastante pesado pero buen protector. Otros consideran que su origen no es otro que el de una paenula transformada, con capuchón para la lluvia y abierta por delante para mayor comodidad.
La capa pluvial fue llevada, desde la temprana Edad Media, en los días solemnes por los miembros más ilustres de los monasterios, y en especial por los cantores. Mientras la casulla mantenía su forma tradicional, por razones simbólicas, la capa más holgada, para el movimiento de los brazos, se impuso rápidamente en las ceremonias menores, como procesiones, incensaciones y consagraciones.
Su uso se generalizó en el siglo XI. Aunque ha sido difícil determinarlo con exactitud, el capuchón desapareció para uso litúrgico hacia finales del siglo XIII. Su supresión podría también explicarse por motivos prácticos, ya que al confeccionarse la capa con telas preciosas y pesadas, el capuchón se convertía en una inmensa molestia. De todos modos, este capuchón fue agrandándose y redondeándose para convertirse en la muceta, una esclavina que cubre el pecho y la espalda, con botones por delante, de uso exclusivo de los prelados; de color rojo, negro o morado.
Debe aclararse aquí que la capa pluvial no ha sido nunca una vestidura propiamente sacerdotal, y puede ser usada por clérigos, cantores y monjes.
Existen, claro, diversos tipos de capas: el mantum papal de color rojo, que desde el siglo XI constituía, con la tiara, la insignia pontificia por excelencia; la cappa choralis, de capuchón rojo o negro, para los oficios del coro; la cappa magna, amplia y de cola larga, es roja para los cardenales y morada para obispos y arzobispos. Como se considera signo jurisdiccional, estos últimos no la pueden llevar fuera de la propia diócesis o provincia eclesiástica.
A la capa pluvial, por su carácter de manto abierto, se le empezó a sujetar por los dos extremos delanteros con un broche, que pronto tuvo una importancia ornamental, en la forma de placa amplia, ovalada o rectangular, de hasta 18 centímetros, que solía hacerse de plata u oro, con incrustaciones de piedras preciosas; el broche es llevado hoy en día solo por los obispos.
La decoración de la capa pluvial consistía básicamente en una especie de pectoral, que protegía la parte superior y que al ser puesta la capa caía por delante en forma de dos columnas verticales; en este aurifrisium los recamadores lucían todo su talento.
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Del latín “casula” cabaña, pequeña casa o tienda.
Vestimenta exterior litúrgica, amplia y abierta por los costados, propio y distintivo del sacerdote. Se usa sobre el alba y la estola, únicamente para el Santo Sacrificio de la Misa.
Confeccionada en tela, tiene la forma de una capa, cerrada por delante con una abertura en el centro para imponerla en los hombros, tipo impermeable o poncho.
La casulla debe ser de material precioso, seda, raso o damasco, tisú de oro o plata y puede ser ornamentada con bordados de hilos de oro, plata o seda de colores diversos. La decoración de una casulla no está ordenada por ninguna ley litúrgica.
La casulla, junto con la dalmática y la capa pluvial, pertenece al conjunto de vestiduras sagradas superiores.
Cambia su color según la celebración y el tiempo litúrgico:
Blanco: Fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima, santos no mártires. Símbolo de gloria, alegría, inocencia, pureza del alma.
Rojo: Pentecostés, Espíritu Santo, Fiestas de Apóstoles y mártires. Significa fuego de la caridad y sangre derramada por Cristo.
Verde: ordinario del año. Significa esperanza.
Morado: Adviento y Cuaresma. Signo de humildad y penitencia.
Rosado: Tercer domingo de Adviento: alegría, amor.
Azul: Inmaculada Concepción.
La Casulla Simboliza la caridad, que cubre todos los pecados y por apoyarse sobre los hombros, el suave yugo del Señor.
Esta es la oración que dice el sacerdote al ponerse la casulla: “Señor, que dijiste: Mi yugo es suave y mi carga ligera, haz que lo lleve de tal manera que alcance tu gracia. Amén”.
Benedicto XVI sobre la casulla:
“Llevar el yugo del Señor significa ante todo: aprende de Él. Estar siempre dispuestos a asistir a la escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la humildad –la humildad de Dios que se muestra en su ser hombre”.
“Algunas veces quisiéramos decirle a Jesús: Señor, tu yugo no es para nada ligero. Más bien, es tremendamente pesado en este mundo. Pero al mirarlo a Él que ha cargado con todo –que en sí ha probado la obediencia, la debilidad, el dolor, toda la oscuridad, entonces todos nuestros lamentos se apagan”.
La casulla se utiliza en la celebración de la misa en la liturgia católica, así como en las celebraciones de la «Alta Iglesia» anglicana y de las iglesias luteranas escandinavas. Su homólogo en la liturgia de rito bizantino es el phelonion.
La casulla es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía. Uno de los gestos complementarios de la ordenación del presbítero, es la investidura de la casulla. Los sacerdotes con-celebrantes deben utilizarla, pudiendo omitirla tan sólo cuando no hubiere suficientes vestiduras, aunque el celebrante principal debe siempre portarla.
Se ha generalizado entre muchos sacerdotes la costumbre de celebrar la Misa sin casulla, tan sólo con alba y estola. La belleza y expresividad de los símbolos litúrgicos nos ayudan a adentrarnos en el misterio de Dios, por este motivo se debe prestar especial atención al cuidado de la liturgia.
UN POCO DE HISTORIA
En la historia ha tenido formas nobles y amplias, derivadas del manto romano llamado pénula. Hasta el siglo IV se llamó pianeta (o planeta) y sólo en el siglo VII adquirió el nombre que hoy tiene. Con el fin de reducir el peso de la vestidura y facilitar el movimiento de los brazos del sacerdote, se empieza a recortar los lados de la vestidura para devenir primero elíptica y luego rectangular, comúnmente llamadas en “guitarrón”.
Con el movimiento litúrgico que comenzó en la primera mitad del siglo XX se procuró un retorno a las formas originales de la casulla, esto es amplia y con tejidos livianos, y que es el diseño actualmente más común, aunque no es raro encontrar el modelo anterior, sobre todo en iglesias históricas.
Las telas que se usaron para la confección de casullas eran, preferiblemente, las sedas, que ya desde el siglo V figuraban en el vestuario de iglesias. Las telas eran traídas de Alejandría, Damasco y Bizancio, durante los primeros siglos, y en la Edad Media de las fábricas que los árabes tenían en Sicilia y España; y luego del siglo XIII, las ciudades italianas de Génova, Luca y Venecia proveyeron a la casulla con riquísimas telas de damasco, brocado y terciopelo. Alguna que otra vez se emplearon telas menos lujosas como la lana, el hilo y el algodón.
Los motivos decorativos se amplían a partir de la Edad Media tardía, y consisten en dibujos geométricos o florales, basados en la estilización de ramos de grana o de figuras de animales reales o fantásticos, como gacelas, halcones y águilas bicéfalas.
La mayor parte de las casullas en «Vestuario para Dios» revelan decoraciones del primer tipo. Por supuesto, a la sofisticación de los tejidos se añadía la riqueza en bordados y labores manuales, que daban a las vestiduras litúrgicas un incomparable valor artístico.
Es de singular importancia el uso del recamado o `pintura’ con aguja, un arte de origen oriental perfeccionado en grado sumo en Bizancio, en el siglo XI. Durante los siglos XIII y XIV, todas las vestiduras litúrgicas se llenan de oro y perlas, camufladas entre follaje, arabescos, flores y animales; a estos motivos se le agregaron temas historiados, escenas bíblicas generalmente, que convirtieron el recamado, en especial el de Flandes e Inglaterra, en una verdadera clase de pintura.
En el período que se ha denominado del Gótico Internacional (siglo XV temprano), se trabajó el llamado oro sombreado, o sea, un fondo dorado que difuminaba la aguja con seda de diversos colores. Muchos recamadores flamencos y franceses realizaron espectaculares casullas, capas pluviales y dalmáticas diseñadas por Rafael, Pollaiolo y Veronese, entre otros.
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Del griego “konopeion”, que viene a ser como un velo o mosquitera.
Es el velo que a modo de tienda cubría el sagrario donde se reserva la Eucaristía. Se solía utilizar una tela de los colores litúrgicos propios del tiempo o la fiesta. También, en menor tamaño, se utilizaba para el copón o píxide, igualmente a modo de manto o tienda. Ahora el conopeo es facultativo.
Del mismo modo que decíamos que para mayor reverencia está mandado cubrir el copón, incluso cuando está dentro del sagrario, con un envoltorio de seda blanca, también por la misma razón está ordenado que el sagrario esté todo él recubierto con un envoltorio de tela de color, que puede ser blanca – color litúrgico de la Eucaristía, o mejor aún del color del día. Este obligado envoltorio del sagrario se llama conopeo.
El conopeo ha de ser un envoltorio total, y, en lo posible, no abierto por delante como un cortinaje; tampoco ha de ser transparente. Y aunque esto, que está positivamente ordenado, parece que tenga el inconveniente de ocultar la suntuosidad o el arte empleado en la construcción del sagrario, tiene en cambio una excelente compensación: y es que, con el conopeo, todos los sagrarios, así los más ricos como los más sencillos, ganan en magnificencia, al parecer todos por igual una rica tienda en la cual habita el Rey de reyes.
Aún es mayor, en ciertos casos, el servicio que puede prestar el conopeo en la práctica. Por ejemplo: en una iglesia donde no se cuide de atender esta ley del conopeo, cuando del sagrario se retira la Reserva para trasladarla a otro sagrario del mismo templo, es casi seguro que los fieles que entren después al templo, de momento, y por costumbre, no harán la genuflexión ante el sagrario que encierra la Reserva, sino que la harán ante el que ha quedado vacío.
En cambio, este error no es posible en las iglesias donde se recubre con el conopeo el sagrario donde está el Santísimo Sacramento, y no los demás sagrarios del templo; porque nada se ve mejor, a simple vista, si un sagrario lleva o no conopeo.
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(del latín: corpus)
El nombre viene del Cuerpo del Señor, que va a reposar sobre este lienzo en la Eucaristía; así como en la adoración al Santísimo, si se hace sobre el altar. También se puede colocar sobre una mesita cuando se lleva la Comunión a los enfermos.
Es un paño sagrado cuadrado, de unos 40 o 50 cm. de lado. Debe ser suficientemente grande como para que se pueda depositar sobre él, el cáliz y el copón.
Se extrae el corporal dela parte de arriba de la palia, que está reposando encima del cáliz se coloca en el mantel. sobre el altar en el momento del ofertorio y tras la Comunión se lo dobla y retira. Al desplegarse se divide en nueve cuadrados; una pequeña crucecita (en general roja), o un símbolo litúrgico, señala la parte que debe mirar al borde exterior del altar.
Al lavarlo, el primer enjuague lo hace un clérigo a mano, y esa agua usada se la arroja en tierra natural, por si han quedado partículas del Santísimo Sacramento sobre Él.
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COTA (ó SOBREPELLIZ ó ROQUETE) Roquete: Del latín “Rochetum”
Especie de alba corta, hasta la altura de las rodillas, que se usa sobre la sotana o el hábito religioso, por Sacerdotes, seminaristas y Acólitos. También se llama sobrepelliz.
Puede ser usada por el sacerdote o el diácono para exponer el Santísimo, para la celebración de los sacramentos, para la predicación y las bendiciones. Lo visten también los acólitos siempre sobre el alba o la sotana.
El roquete forma parte del hábito coral del obispo y también lo llevan los sacerdotes
Hoy en día, su uso ya no es obligatorio, y al igual que la sotana, ha disminuido su uso.
La forma antigua del roquete era la misma que la camisia o alba litúrgica , o sea, llegada hasta los talones y se ceñía por la cintura. Aún en el siglo XV llegaba más debajo de las rodillas y llevaba algún ornamento.
La forma actual, tan extraordinariamente recortada y enriquecida con encajes apareció a principios del siglo XVII. Siempre lleva las mangas estrechas y llegando hasta las muñecas. No es considerada vestis sacra, sino únicamente junto con la muceta, hábito coral. Debiéndose administrar los sacramentos es obligatorio revestirse de sobrepelliz.
La sobrepelliz (o comúnmente el sobrepelliz) es una vestidura procedente de los países septentrionales. Los clérigos y los monjes que durante el riguroso invierno debían ir a la iglesia diversas veces al día para el oficio coral, usaban para repararse el frío, pieles anchas y pesadas. Encima de ellas se ponían el alba, la cual por necesidad debía ser ancha de cintura y de mangas. Poco a poco, la sobrepelliz se convirtió, por motivos de comodidad fáciles de comprender, de hábito coral a vestidura litúrgica común a todos los clérigos. Como tal aparece ya en el siglo XIII y mantuvo durante mucho tiempo formas amplias y majestuosas.
En el siglo XVII se fue acortando y enriqueciendo con vainicas de entredós, bordados y encajes. En la disciplina actual es la indumentaria ordinaria prescrita para la administración de los sacramentos y sacramentales.
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El ambón, al igual que el altar, usa un mantel, al que se le suele llamar antipendio o “cubre ambón”, por tener ese uso y es del color del tiempo litúrgico.
Ambón También se llama facistol. (de anabáinein = subir): béma. No confundirlo con el púlpito.
Lugar elevado (según el sentido etimológico) o al menos destacado, el ambón es un lugar reservado para el anuncio de la palabra de Dios y el pregón pascual; puede también tenerse desde él la homilía y la oración de los fieles (OGMR 272).
Es menos conveniente que lo ocupen el comentarista, el cantor o el director del canto. Conviene que sea estable.
La liturgia de la palabra hunde sus raíces en la liturgia sinanogal del Pueblo judío; así también el ambón es una herencia recibida de Israel. En el Antiguo Testamento podemos leer la narración de una primera celebración de la Palabra en la que el ambón aparece ya como algo muy destacado: “Esdras el escriba, estaba de pie en una
tarima de madera que habían construido… Y abrió el libro, a la vista de todo el pueblo, pues se hallaba en un punto elevado” (Nehemías 8, 4-5).
El nuevo Misal establece que la dignidad de la Palabra de Dios, exige que en las Iglesias haya un sitio adecuado para la proclamación de la Escritura, hacia la cual con facilidad se dirija la atención de los fieles durante la liturgia de la Palabra (OGMR).
Tres son las características que subraya el Misal al respecto:
1. Que la Palabra de Dios se proclame desde un lugar (no desde un mueble que se quita y se pone);
2. Que se trate de un lugar adecuado a la dignidad de la Palabra;
3. Finalmente, que no se limite a tener sólo una buena acústica, sino que sea visualmente destacado.
No se trata de un simple mueble que cuando termina la celebración lo quitan. Así como el altar queda en la capilla al finalizar la Eucaristía, así también el lugar de la Palabra debe permanecer siempre en su sitio. La presencia simultánea del altar y del ambón recordará constantemente a la comunidad las dos mesas en que se apoya la liturgia cristiana: la Palabra y el Sacramento.
Generalmente en las iglesias se observa un ambón, Suele estar a la izquierda del altar, en lo que se llamó «lado del Evangelio». y conviene que sea más adornado; pero en la medida de los posible, lo recomendable es que sean dos ambones. El otro será para el animador de la Misa.
Es bueno recalcar que, al momento de proclamar la Palabra lo hagamos desde un libro grande, debidamente forrado, y no desde una simple “hoja dominical”.
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DALMATICA: (O TUNICELA). Del latín “dalmatica vestis”
Túnica o vestidura de Dalmacia (Grecia), Introducida en Roma por el emperador Cómodo, era una especie de túnica que se llevaba sobre la túnica talar, pero diferente de esta por ser más corta hasta las rodillas, es como una casulla con mangas, está cerrada delante, y está abierta por los costados hasta el hombro, con mangas amplias, que usan los diáconos sobre el alba y la estola.
Se convirtió en un vestido propio de senadores y otras personas distinguidas. Los primeros cristianos la tomaron de los romanos y éstos, del pueblo de los dálmatas (hoy países balcánicos).
Esta vestidura propia del Diácono, ha de ser del color de la casulla del celebrante, usada en las ceremonias litúrgicas, excepto cuando éstas tienen carácter penitencial. Porque desde los primeros tiempos la dalmática se ha considerado una vestimenta festiva, y considerada símbolo de alegría. También es utilizada por los obispos y por el mismo Papa bajo la casulla en la misa pontifical solemne, pero no en misas privadas. Su uso bajo la casulla no se permite a los sacerdotes a menos que se les haya concedido un privilegio papal especial.
La ornamentación distintiva de la vestidura consiste en dos rayas verticales que corren desde el hombro a la bastilla, según el uso romano estas rayas son estrechas y unidas al bajo por dos rayas cruzadas estrechas.
No hay ninguna regulación acerca del tejido de la dalmática; las ordenanzas referentes a los colores litúrgicos, incluyen las dalmáticas.
Puesto que la dalmática es la vestidura exterior distintiva del diácono, cuando es ordenado por el obispo, se viste con ella, y al mismo tiempo le dice el obispo: «El Señor le cubra con la vestidura de la salvación y con la vestidura de la oración, y le cubra con la dalmática de rectitud para siempre.»
La dalmática incluye una estola cruzada: de hombro izquierdo hacia el derecho, en forma descendente.
La dalmática reemplazó, en parte, a la toga. Estaba ya muy en boga antiguamente, aun entre los seglares y principalmente entre los emperadores. Los primeros que la adoptaron como vestido litúrgico fueron los patriarcas de Constantinopla, y luego fue concedida, como señal de honor, a algunos obispos de sedes importantes, luego a los arcedianos y por fin a los diáconos. De ese modo quedo incorporada a los ornamentos litúrgicos, “como prenda diaconal”.
Al principio, la dalmática era una túnica larga y ancha con mangas muy grandes y llegaba a los pies. Su longitud se fue reduciendo progresivamente hasta llegar al siglo XVIII en que su longitud era de unos 100 centímetros (un metro). Al reducirse su longitud, las mangas se volvieron proporcionalmente más estrechas.
Originalmente la dalmática se hizo de lino o lana, pero cuando la seda se hizo más común y menos cara, la dalmática se hizo de seda. Desde el siglo XII también aparecen dalmáticas hechas de tejido fino de lana. Actualmente se utilizan los tejidos más modernos que permiten un lavado y planchado relativamente sencillo.
Hasta el siglo X, la dalmática era siempre blanca. Las dalmáticas de color fueron la norma general cuando, aproximadamente en el año 1200, se determinaron qué colores eran los litúrgicos y en consecuencia su uso se reguló definitivamente.
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Es signo de la castidad, la cual debe de tal manera lucir en el sacerdote, que no admita, en absoluto, ninguna mancha ni en el cuerpo ni en el corazón.
En señal de lo cual mandó Dios, en otro tiempo, que los comensales del cordero se ciñeran los lomos, y el mismo Cristo dijo: «Sint lumbi vestri praecincti», «estad con vuestras ropas ceñidas a la cintura». Y también aparece en el Apocalipsis de San Juan ceñido por una orla dorada, para que comprendamos que nos hace falta purificarnos de todos los afectos, y vencer el amor carnal con el espiritual, que es el oro de la caridad.
Para que el alba, se adapte convenientemente al cuerpo del que la lleva y quede redondeada por su parte inferior sin que cuelgue por ningún lado, el clérigo se ciñe sobre ella un grueso cordón, el cíngulo, que puede ser blanco, dorado o del color litúrgico del día; el cual, fijado primero por delante y haciéndolo cruzar por detrás, vuelve simplemente a cada lado, desde donde cuelga hacia abajo el cordón que sobra, y que ordinariamente va rematado por una borla.
Espiritualmente nos recuerda, según la oración que reza el sacerdote, la necesidad de luchar contra las bajas pasiones de la carne:
“Cíñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza, y apaga en mis carnes el fuego de la concupiscencia, para que more siempre en mí la virtud de la continencia y castidad”.
Entre los romanos era el complemento imprescindible de la túnica, al menos para salir a la calle. Pero hacia el s.IV sólo lo usaban los trabajadores y el Papa Celestino reprochaba a los obispos de Galia el usarlo.
El volver a usarlo y en el ámbito litúrgico habría estado precedido por el uso que de él hacían los monjes.
En la Edad Media, y hasta el s.XV no se usaba el cíngulo en forma de cordón, sino una banda de lino, de unos 7 cm. de ancho, que se sujetaba mediante una correa o cintas.
Muchas veces se lo adornaba con bordados; y algunos con piedras preciosas y láminas de oro y plata.
Este uso perduró hasta nuestros días, en algunos lugares, como puede verse por el siguiente decreto: “ Como el cíngulo significa los cordeles y azotes con que fue azotado y flagelado N.S., reprobamos absolutamente esos cíngulos de género más o menos bordado, que son más bien bandas o fajas. Pueden tolerarse los que están actualmente en uso hasta que se acaben”. (D.4048; Conc.Plen.lat. no.905)
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(en latín,scapula)
Literalmente es una prenda que se lleva sobre los hombros colgando por delante y por detrás. Es una tira de tela que los monjes y monjas llevan sobre el hábito y en la que se borda el escudo de la comunidad a la que se pertenecen. En la historia de su uso, se han llamado jugum Cristi (yugo de Cristo) o scutum (escudo), recordando varios pasajes de la Biblia.
Cuando surgieron las órdenes religiosas, a finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media, se fundaron la “primera orden”, para varones; la “segunda orden”, para mujeres, y la “tercera orden”, para laicos de ambos sexos, que anhelaba pertenecer a la orden religiosa, pero que querían hacerlo desde su estado de vida propio.
Estos fieles no podían usar el hábito completo de la orden, pero se les concedía usar un “mini hábito”, es decir, el escapulario reducido a su mínima expresión.
En el siglo XI el escapulario monástico se fue transformando paulatinamente y reduciendo visiblemente, y pasó de ser de una prenda del hábito a un pequeño objeto sacramental, para expresar la devoción de individuos que no fueran miembros de cierta orden, pero que deseaban alguna afiliación con ella.
El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice:
«Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna».
Los escapularios, aprobados e indulgenciados por la Iglesia. Pretenden recordar a quienes los llevan los deberes e ideales de la orden correspondiente.
Escapularios aprobados por la Iglesia:
1. Escapulario Carmelita: También conocido como “escapulario marrón”, lleva por un lado la imagen de Nuestra Señora del Carmen y por otro el escudo, a veces alguna frase, pero ni esto ni ninguna otra imagen es obligatoria.
2. Escapulario de Santísima Trinidad: Es el de la Orden Trinitaria, blanco con la cruz azul y roja. Nace de una visión de San Juan de Mata, fundador de la Orden.
3. Escapulario de Nuestra Señora de la Merced: De color blanco y la parte frontal tiene una imagen de la Virgen y detrás el escudo de la Orden. A veces tiene la anagrama de María.
4. Escapulario de los Siete Dolores de María: (en la imagen) Es negro, como el hábito de los Servitas. Aunque no se prescribe ninguna imagen, suele llevar una imagen de la Dolorosa, del Corazón de María, la Piedad…
5. Escapulario de la Inmacualada Concepción: Es de color Azul, color distintivo de María. Por una cara lleva a la Inmaculada y por otra el anagrama de María.
6. Escapulario de la Preciosísima Sangre: de color rojo y una cara tiene un cáliz con la Sangre, siendo adorado por ángeles, mientras que la otra cara es sólo roja.
7. Escapulario de la Pasión: Es de color negro y lleva el escudo Pasionista por el frente y algunos símbolos de la Pasión. La parte que cuelga por la espalda es solo tela negra o a veces tiene un crucifijo.
8. Escapulario de la Pasión de Nuestro Señor y de los Sagrados Corazones de Jesús y María: deben ser de color rojo y un lado muestra un crucifijo, algunos de los instrumentos de la Pasión, y las palabras «La Santísima Pasión de Nuestro Señor Jesucristo nos salvará.» La otra cara muestra una pequeña cruz encima de los Sagrado Corazones de Jesús y María, y las palabras «Sagrados Corazones de Jesús y María, protéjannos.»
9. Escapulario “Auxilio de los enfermos”: es negro y la parte frontal tiene una imagen de la Virgen María, San José y San Camilo de Lelis. La otra cara tiene la cruz roja de los camilianos.
10. Escapulario del Inmaculado Corazón de María: De color blanco, en la parte delantera tiene al Corazón de María, por detrás no tiene nada.
11. Escapulario de San Miguel Arcángel: este es más original y diferente. No tiene forma rectangular sino de escudo terminado en punta. La cara delantera es azul y la posterior es negra, asimismo las cintas: una azul, la otra negra. En ambas caras tiene al arcángel miguel y las palabras: “¿Quién como Dios?”.
12. Escapulario de San Benito: De color marrón, la parte frontal tiene generalmente una imagen de San Benito, pero no es necesaria. La parte posterior, suele llevar la medalla del Santo, pero eso es moderno y tampoco obligatorio. Fue renovado e impulsado con nuevas indulgencias en 1883, a la par que se permitió sustituirlo por la medalla, que es mucho más conocida.
13. Escapulario de Nuestra Señora del Buen Consejo: De color blanco, nació en 1893, por los Eremitas de San Agustín, el papa León XIII lo aprobó y le concedió indulgencias. Por una cara lleva a la Virgen del Buen Consejo de Genazzano (devoción agustiniana) y por la otra, la tiara papal y las llaves de San Pedro y la inscripción “Hijo, confía en su consuelo”.
14. Escapulario de San José: Asociado a los capuchinos, originalmente fue blanco (luego oro y morado), nació en el siglo XIX, siglo del resurgimiento de la devoción josefina. Por delante tiene a San José con el niño y la inscripción “San José, patrono de la Iglesia, ruega por nosotros”. Por detrás, la tiara pontificia con las llaves de San Pedro y sobre ello una paloma, debajo del todo, la inscripción: “El Espíritu del Señor es su guía”. morado y oro, con el cordón blanco.
15. Escapulario del Sagrado Corazón de Jesús: tiene su origen en la imagen que Margarita María de Alacoque dibujó en cientos de tarjetas y regalaba, como signo de protección. Comenzó a ser usado como signo de catolicidad en la Revolución Francesa. Es blanco, en una cara tiene al Sagrado Corazón y en la posterior a la Virgen María bajo el título de “Madre de la Misericordia”. No confundir con el “Detente”, que es otra cosa.
16. Escapulario de los Sagrados Corazones de Jesús y María: Es muy similar al Escapulario Rojo de la Pasión y se aprobó en 1900. Los dos segmentos de tela blanca, tienen a los Corazones de Jesús y María y una cruz roja.
17. Escapulario de Santo Domingo: Surgió en 1903, en Roma y no tiene casi ninguna extensión. Es blanco, por un lado tiene la imagen de Santo Domingo de rodillas ante el crucifijo y por la otra al Beato Reginaldo de Orleans recibiendo el hábito de las manos de la Madre de Dios.
18. Escapulario de la Santa Faz: es también conocido como “de la Verónica” por la asociación de la Santa Faz con la Santa Verónica. Es negro y tiene una imagen de la Santa Faz (suele ser la de la Sábana Santa). Puede sustituirse por una medalla de la Santa Faz o crucifijo.
19. Del Inmaculado Corazón de María: Es verde y está relacionado también con su Inmaculada Concepción; Se conoce también como «Socorro de los enfermos». Se le debe a Sor Justina Bisqueyburu, una hermana de la Caridad, a quien se le apareció la Virgen sosteniéndo en su mano un corazón ardiente.
Sobre los escapularios no autorizados de uso común están:
1) De los Cruzados del Monte Carmelo. Es marrón, en ambas caras tiene una cruz latina dorada.
2) De Nuestra Señora de Lourdes: Azul, en una cara tiene a la Virgen de Lourdes y en la otra el anagrama de María y los Sagrados Corazones.
Además, hay una serie de “escapularios” modernos, hechos por fabricantes y generalmente en América, que no proceden de “revelación” ni aparición alguna, simplemente los hacen con santos de devoción y punto. Suelen ser marrones, azules o negros, de tela, plásticos, o metal. Los más conocidos son de San Francisco, N. S. de Guadalupe, San Charbel, San Expedito, Santa Teresita, San Cristóbal, San Antonio, San Pío de Peltreccina, la Divina Misericordia. San Judas Tadeo y mil santos más. Se les llama escapularios por la forma que tienen, imitando los tradicionales y aprobados por la Iglesia.
Las medallas-escapularios.
Desde 1910 se permite usar medallas de metal en lugar de pequeños escapularios, con la condición de que tengan por una cara al Corazón de Jesús y por la otra cualquier advocación mariana. El objetivo de ello es el mismo, la comodidad.
El escapulario tiene una serie de características que lo diferencian de los amuletos. En primer lugar, el escapulario es un sacramental. Esto quiere decir que es un objeto aceptado por la Iglesia con el fin de acompañar al devoto y ayudarle en su camino de fe de acuerdo a los principios religiosos. Pero no implica que otorgue gracias automáticamente como los sacramentos.
Pero la Iglesia no duda en recordar que el simple uso del escapulario no implica la concesión de las promesas ofrecidas. El creyente que decida usar el escapulario deberá observar otra serie de imposiciones que aseguren la efectividad del objeto en cuestión. Por otro lado, es necesario que el escapulario sea impuesto por un sacerdote de acuerdo a un determinado ritual.
¿Puede darse el escapulario a quien no es católico?
Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario.
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Del fr. ant. estandart, y este del franco *stand hard”, mantente firme.
Es una confección textil con colores y símbolos que representa a una nación o a un grupo de personas. Se le conoce con varios nombres: Bandera, Banner, o estandarte. (Cada bandera es un estandarte, pero un estandarte no es una bandera). Las Banderas y Estandartes cumplen la función de liderazgo.
Bandera: A diferencia de la banderita la tela es mas grande y puede ser enarbolada.
Banner: Viene del francés = banier, que quiere decir: Banderita o bandera en una lanza.
• Originalmente se dice que el uso del Banner servía en la guerra para que los Soldados puedan ver de dónde viene el viento para ajustar sus flechas.
• Es una tela cuadrada colgada en un palo transversal para llevar y levantar.
Estandarte: Es una Bandera de Tropa, hecha con telas más finas y valiosas con diferentes usos, como ser: Bandera del Jefe de Estado, es sujetada a dos astas en un ángulo recto.
Se usan también para transportar noticias como en el caso de las banderas por Ej.: En el aeropuerto el guía realiza señales con una bandera. En una carrera de autos o motos se usa la bandera para dar la señal de inicio y la llegada a la meta, en un partido de futbol u otros deportes los árbitros de línea expresan señales de juego con una bandera, etc.
Lastimosamente existe también un mal uso de las Banderas, ya sea para expresar odio y rencor (La quema de banderas, por ejemplo.
Significado bíblico y espiritual:
Concepto de las palabras hebreas: (de Christa Egli, Bad Gandersheim) Bandera,Estandarte, Panier, Asta, Banner. éxodo 17,15
Radical de nec es nacak que quiere decir:
• Brillar o lucir desde lejos.
• Cómo una bandera se mueve en el viento.
• Enaltecer una señal, intermitente, fanal, como en el caso del faro.
• De allí viene una señal, y se concentre en ella. daw-gal.- En algunas traducciones se ve la palabra hebrea daw-gal traducido como: signar, señal, símbolo.
En lo espiritual JESUS es nuestro estandarte. Isaías 11:10 “LA PALABRA”, describe a JESUS como estandarte, señal de victoria. El es sobresaliente, líder, desde lejos visible. Dios mismo elevó ese estandarte. Y la gran diferencia es que Jesús nunca pierde una batalla, el enemigo no lo puede sacar del caballo, Jesús ya ganó la batalla y la guerra su victoria es para siempre, no puede ser derrotado. ¡Jesús va adelante!
Si miramos el Estandarte de Dios tenemos orientación, guía y liderazgo en nuestras vidas. El Estandarte de Dios nunca puede ser vencido.
Éxodo 17,15 Dios, (“Yo soy el que soy”) se revela en este versículo como Jahve Nissi (“Yo soy el estandarte”). Lo interesante aquí es lo siguiente: Inmediatamente el pueblo de Israel sale de Egipto lo lleva a una batalla, la cual el pueblo gana, en ese entonces Dios se presenta como Estandarte.
Los hebreos conocían los estandartes en las lanzas de los egipcios, que eran llenos de símbolos y dibujos de sus dioses. Dios mismo se asegura de que su pueblo no caiga en la tentación de buscar ayuda en cualquier símbolo.
Cantares 1:4 dice: “Su Estandarte sobre mi es amor”
Entonces las banderas con sus brillos y colores nos ayudan a encontrarnos con su propia alegría, ayuda a entrar en el festejo del corazón.
Ocho diferentes significados del uso de Estandartes
1. Anuncian un acontecimiento.
Jer. 50,2 «Anúncienlo entre las naciones y háganlo oír;
Levanten estandarte, háganlo oír. No lo oculten, sino
digan: “Ha sido tomada Babilonia….
Los Banner y Estandartes son herramientas poderosas de ayuda para hacer visible las realidades invisibles.
Todos los conceptos anteriores no muestran que los Banner, Estandartes y Banderas proclaman realidades biblicas y espiriutales, tiene un carácter de hacer un Llamado y de anunciar una posición.
2. Se levanta un Banner para la sanidad y salvación de la muerte.
Números 21:8 El SEÑOR dijo a Moisés: «Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá.»
La serpiente de bronce no tenía nada mágico en sí, el Señor quiso ver la fe de su pueblo. Solamente el que fue obediente, creyó y miró
3. Se usa los Estandartes para juntar el ejército y para darles dirección.
• Núm 1:52 «Los Israelitas acamparán, cada uno en su
campamento, y cada uno junto a su bandera, según sus ejércitos.”
El Estandarte ayuda para la orientación en un campamento grande.
El pueblo de Dios tiene que juntarse alrededor del Tabernáculo, donde todo el tiempo muestra que Dios está presente (Jahve-Nissi= Yo soy tu estandarte”)
Los Estandartes muestran, cuál es el centro de nuestro corazón. Se hace visible que nos encontramos bajo la autoridad del Dios Trino.
4. Los Estandartes se encuentran donde hay guerra espiritual.
• Isaías 13:2 “Levanten estandarte sobre la colina pelada, Alcen a ellos la voz, Agiten la mano para que entren por las puertas de los nobles.”
Lo importante aquí es el aspecto de nuestra propia voluntad. Usted recibió a Cristo voluntariamente, usted sirve al Señor voluntariamente. Si Dios le llama obedece voluntariamente, NO porque le obligan, sino porque usted quiere.
5. El Estandarte es un objeto de esperanza y símbolo de victoria.
• Salmo 20:5 Nosotros cantaremos con gozo por tu victoria (salvación), Y en el nombre de nuestro Dios alzaremos la bandera. Que el SEÑOR cumpla todas tus peticiones.
• Juan 12:13 tomaron hojas de las palmas y salieron a
recibir a Jesús, y gritaban: «¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, el Rey de Israel.» Cuando levantamos banderas expresamos nuestra alegría y anhelo, llenos de esperanza porque: ¡Nuestro rey vuelve pronto con todo poder!
6. El Banner da dirección.
• Isa 7:14 «Por tanto, el Señor mismo les dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Dios con nosotros).
• El SEÑOR ha proclamado hasta los confines de la tierra: «Digan a la hija de Sión: “Tu salvación viene; Su galardón está con Él, y delante de Él Su recompensa.”
Si alzamos nuestra vista al estandarte de Dios tenemos orientación, liderazgo en nuestras vidas. El estandarte de Dios no puede ser vencido.
7. Banner dan seguridad y protección.
• Salmo 60: 4 ” Has dado un estandarte a los que te temen, para que sea alzado por causa de la verdad.”
Para todos los que temen al Señor, Dios puso en Jesús una Señal.
• Sofonías 2:4 El me ha traído a la sala del banquete, Y su estandarte sobre mí es el amor.
En Jesús levantó Dios mismo un estandarte. Jesús es señal de victoria. El es nuestra protección, nuestra seguridad, nuestra torre fuerte.
Si alzamos nuestra vista al estandarte de Dios tenemos orientación, liderazgo en nuestras vidas. El estandarte de Dios no puede ser vencido.
8. Los Estandartes hacen que los enemigos huyan.
• Isaías 31:9 «Su fortaleza (Su peña) a causa del terror pasará, y sus príncipes se espantarán ante el estandarte,» Declara el SEÑOR, que tiene su fuego en Sión y su horno en Jerusalén.
Aquí vemos que, también el enemigo tiene Estandartes y símbolos.
• Mat. 24:15 «Por tanto, cuando ustedes vean la
ABOMINACION DE LA DESOLACIÓN, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo, y el que lea que entienda…..
EL SIGNIFICADO DE COLORES EN LA BIBLIA
Deberíamos saber el significado de cada color que usamos. No solamente los dibujos y símbolos transportan verdades espirituales, también los colores. Como Dios mismo es el autor de todos los colores (el creó la luz y con eso los colores) podemos usar con gran libertad toda clase de colores.
1. Oro: Presencia de Dios, Gloria, Majestad.
• Salmo 45:13 Toda radiante está la hija del Rey dentro de su palacio; Adornado de oro está su vestido. ES la novia de Jesús, la Iglesia, la cual espera adornada y sin manchas a su novio.
2. Plata: Redención, depuración, liberación.
Jesús fue vendido por 30 piezas de plata. En el Antiguo Testamento plata tenía el significado de Expiación. Éxodo 30:11-16
3. Bronce: Humildad delante de Dios, Arrepentimiento.
Todos los utensilios para hacer los sacrificios, también el altar eran de bronce.
¿Quizás un símbolo de la cantidad de pecados que cometimos? Entre el tabernáculo y el Altar se colocaba el recipiente para la purificación que era completamente de bronce. Éxodo 30: 18.21
4. Púrpura: Soberanía real del rey, Sacerdocio, Intersección.
Púrpura/ Morado es un color clásico de la realeza porque era muy costoso y difícil de producirlo. Fue hecho de la cáscara del gusano purpuro. Dependía del procedimiento, de la clase de gusano si se producía colores entre rosado hasta un lila azul.
En éxodo 39:1-21. En el nuevo testamento Jesús nos es presentado como el verdadero sumo sacerdote. Hebreo 4, 14 y 6,20. Juan 19,2 El relato de la crucifixión cuenta que los soldados coronaron a Jesús con una corona de espinas, lo pusieron un manto de color púrpura (rojo oscuro) y se burlaron de el.
5. Rosada: Misericordia de Dios, nuevo comienzo, nueva creación.
En el amanecer existe un momento donde todo el cielo esta de color rosado.
• Isaías 58, 8 dice: Entonces tu luz despuntará como la aurora, Y tu recuperación brotará con rapidez. Delante de ti irá tu justicia; y la gloria del SEÑOR será tu retaguardia.
6. Azul: Agua de vida, río de Dios.
Jesús Cristo quien va a dejar el cielo para venir a la tierra. “El es el agua viva”.
Azul es uno de los colores más abundantes y variables. Éxodos 24, 10 dice: Y vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies había como un embaldosado de zafiro, tan claro como el mismo cielo. Se llega al color Zafiro juntando oligoelementos de hiero y titán al azul. Por eso su significado es también fortaleza y potencia.
7. Turquesa: Espíritu Santo (Ezequiel .1:16-20).
Tenemos diferentes símbolos del Espíritu Santo como ser: Paloma, Agua, Fuego, Aceite de unción, Anillo, Viento, Ezequiel 47, 1 Río de vida
8. Verde: crecimiento, nueva vida, gracia, fructificación.
• Marcos 6:39 Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde.
• Jeremías 17:8 Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto.
9. Verde-dorado: Unción.
El aceite de oliva tiene ese color.
• 2 Samuel 2:4 Los hombres de Judá vinieron y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá.
• Salmo 23,3 Has ungido mi cabeza con aceite…
10. Naranja- dorado: Espíritu Santo, Fuego, poder de Dios, depuración (Ezequiel.1, 27)
• Daniel 7, 9: Su trono, llamas de fuego, y sus ruedas, fuego abrasador.
• Hebreos. 12:29 Porque nuestro Dios es fuego consumidor.
• Pedro 1,7 Aunque probado por fuego…= Depuración
11. Rojo:
Simboliza la sangre de Jesús, Cordero de sacrificio, amor, guerra espiritual
El Rojo es el color clásico del amor, encuentra su máxima perfección en la pasión de Cristo derramando su sangre. El Rojo significa también protección. En el éxodo de Egipto se pintaron las puertas con sangre para que el ángel de muerte no entre.
Rojo es un color poderoso y majestuoso.
El color rojo también significa alegóricamente guerra.
12. Blanco: Purificado, Justificación, Santidad, sin pecado, Novia.
Blanco es el símbolo de Santidad y pureza.
Ángeles en general tienen su túnica blanca. Jesús va a venir en un caballo blanco, y una gran cantidad de seres lo acompañarán en caballos blancos, envueltos en túnicas blancas.
Apocalipsis 19:11-14
«Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.
13. Negro: Dureza, Poder, también tristeza y muerte.
Con seguridad podemos decir que ese color es el más discutido entre los cristianos.
• Isaías 54,11b Yo asentaré tus piedras en antimonio, y tus cimientos en zafiros.
También las mujeres se pintaron sus ojos con esa masa. Así que podemos ver que negro habla de estabilidad, solidez y estabilidad.
Símbolos
Para resaltar un mensaje podemos usar símbolos, un símbolo es un dibujo con que asociamos algo. Un Símbolo aumenta nuestro conocimiento.
Los símbolos ayudan y dan orientación. El mensaje de un símbolo tiene que ser claro y bien visible desde lejos.
A través de los símbolos y colores en un estandarte o una bandera llegamos a otro nivel de nuestra percepción, los motivos para un Estandarte pueden ser más detallados, porque un estandarte es llevado adelante, no se mueve y puede ser más contemplado que una bandera.
LLEVAR UN ESTANDARTE.
Agarra un Estandarte en paz con el Señor, fijándote que no haya nada de obstáculo dentro de ti. Hazte presente delante del Trono de Dios todos los días, alábale, adórale, y vive solamente para Él.
Nosotros no deberíamos ensuciar los estandartes de Dios. (Estandarte = Principios) Al contrario, al levantar un estandarte, levantamos los principios de Dios. Que precioso, que maravilloso es saber de su santidad, de su dignidad, no deberíamos dejarnos vencer por nuestra propia negligencia y bajar la santidad de nuestro Dios a nuestra manera de vivir. Si levantamos un estandarte de Dios, ¡Elevamos sus principios!
La confección de Estandartes y Banderas.
La confección de un estandarte o una bandera es completamente diferente a la confección de ropa, vestidos o pantalones.
En Éxodo Dios da órdenes y Planes muy exactos y claros de como deben construir el tabernáculo, cómo deben hacer y usar los utensilios, también dio algunas pautas para el uso de colores. Dios mismo elige la persona Besaleel, lo llama por nombre, lo llena de sabiduría, entendimiento y capacidad para hacer obras de arte.
El sabía hacer diseños y trabajos en oro, plata y bronce. Sabía hacer joyas, trabajar piedras preciosas, y hacer toda clase de trabajos artísticos. Dios lo elige a él y también le busca un ayudante para que pueda hacerse realidad todos los detalles del tabernáculo. Así que Dios no da solamente ordenes, el también da y busca las personas indicadas para realizarlas. (Éxodo 31:1-11 Reyes 7:13-51).
Para realizar trabajos como fabricar Estandartes y Banderas es necesario tener este llamado del Señor. Sin esto no vamos a poder realizarlo.
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Del griego “stolé”, vestido.
Al comienzo se llamaba ‘orarium’ (también ‘mappa’ o ‘sudarium’); pero en Galia, hacia fines del s.VI, se la comenzó a llamar ‘estola’, término que en la época clásica designaba un manto amplio que usaban las matronas.
A partir del s.XII no se utilizó más el término ‘orarium’, sino estola.
Es una tela alrededor del cuello del sacerdote, usada para las celebraciones litúrgicas. La usan los obispos y presbíteros, colgando del cuello hacia delante; y los diáconos, desde un hombro hasta la cintura atravesando en diagonal la espalda y el pecho. Es símbolo de los poderes sagrados que recibe el sacerdote, como pastor que lleva a sus ovejas sobre sus hombros, como maestro que enseña a sus discípulos; como guía que conduce a las almas hacia la vida eterna.
Su longitud, pues, debe ser suficiente para que, pasada por el cuello y cruzada por delante del pecho del Sacerdote, cada extremo, sujetado a ambos costados por el cíngulo, pueda todavía caer, resaltando sobre la blancura del alba.
Espiritualmente, la estola puede recordarnos la dignidad de hijos de Dios que desgraciadamente perdimos por el pecado de Adán y Eva, y así, al ver que el sacerdote, que es nuestro representante ante el Altísimo, lleva la estola puesta, podemos gozosamente contar con que la divina gracia nos devolverá aquella dignidad y herencia que le corresponde, es decir, la eterna Gloria.
La Iglesia hace pedir, al imponérsela el Sacerdote, la inmortalidad, perdida por el pecado, y el premio de nuestro último y feliz destino: “Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con la prevaricación del primer padre, y aún cuando me acerque, sin ser digno, a celebrar tus sagrados misterios, haz que merezca el gozo sempiterno”.
La estola significa las sogas con que Nuestro Señor fue arrastrado al Calvario.
Es la banda longitudinal, del mismo color que la casulla, y que el sacerdote coloca alrededor de su cuello, cruzándola sobre el pecho y ajustándola con el cíngulo.
Como decoración lo único que se exige es una crucecita en el medio (y que al colocársela queda a la altura del cuello), que el sacerdote besa antes de ponérsela.
Es muy discutido su origen. Para Rohualt de Fleury, Mons. Battifol, Dom Leclerq, etc, fue una especie de bufanda, llamada ‘orarium’. Esta banda o lienzo se llevaba alrededor del cuello y servía para secar la boca (‘os’, en lat.), el sudor y las lágrimas.
b)- Para Wilpert la estola de los diáconos tendría otro origen. Se trataría de la ‘servilleta’ (‘mappa’, ‘mantile’, ‘linteum’) que los diáconos debían utilizar cuando hacían el servicio de la mesa eucarística y agápica.
Al igual que hoy día, en la antigüedad, al servir las mesas, los ‘mozos’ (‘delicati’) llevaban una servilleta (‘mappula’) colgada del brazo o del hombro izquierdo. Y otro tanto hacían los ministros de los servicios paganos (‘camilli’). De allí habría pasado al cristianismo.
c)- Como ornamento eclesiástico el ‘orarium’ o estola se menciona por 1a. vez en el Concilio de Laodicea (s.IV), que prohibe su uso a los subdiáconos y clérigos inferiores (lectores y cantores), y queda entonces establecido como símbolo de la dignidad del diácono (c. 22 y 23).
Por los concilios españoles sabemos que se imponía a los obispos y sacerdotes en su consagración ( ordenación).
Respecto a Roma: los primeros testimonios los encontramos en los Ordines III, V, VIII y IX. Allí, según parece, también los clérigos de órdenes menores, usaban estola.
El ‘orarium’ que se imponía a diáconos y sacerdotes en su ordenación, había estado toda la noche sobre la confesión de San Pedro, para penetrarse de su celo apostólico (O.R. IX)
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(Del latín ‘umerus’= el hueso que va entre el hombro y el codo).
Es el velo que se pone sobre los hombros; una especie de rebozo grande y decorado, que lleva el ministro que carga el Santísimo en una procesión. Suele ser un velo de unos 2 metros de largo por 50 cm de ancho, sujetado por delante con un broche, que cubre los hombros y con cuyas puntas se toma la custodia o el copón, con el clásico gesto de no tocar con las manos algo que se considera muy digno de reverencia como la Eucaristía.
El ritual del culto eucarístico lo prescribe para dar la bendición con el Santísimo: “cuando la exposición se ha hecho con la custodia, el sacerdote y el diácono pónganse además la capa pluvial y el velo humeral de color blanco: pero si la bendición se da con el copón, basta con el velo humeral”.
En las Misas pontificales, los acólitos suelen usar humerales, uno para llevar la mitra y otro para llevar el báculo del obispo. También se lo puede usar para llevar reliquias.
También se usa cuando la Eucaristía se lleva en procesión, como el Jueves Santo para la reserva, o el Viernes Santo para volverla a traer al altar, o el día del Corpus, o en la dedicación de una iglesia.
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Se llama mantel en la liturgia, al lienzo que cubre el altar, en señal de respeto a la mesa en la que Cristo nos invita a comulgar: “por reverencia a la celebración del memorial del Señor y al banquete en que se distribuye el Cuerpo y Sangre del Señor, póngase sobre el altar por lo menos un mantel, que, en forma, medida y ornamentación, cuadre bien con la estructura del mismo altar”, lo cual vale también cuando se celebra en otro lugar en que no haya exactamente un altar, sino una mesa.
La razón de esta norma de la Iglesia es que si la Preciosa Sangre se derramase por accidente podría ser absorbida por los manteles antes de llegar a la piedra de altar.
Todos los autores sostienen que es una ofensa grave el celebrar sin un mantel, excepto en caso de grave necesidad, por ejemplo, de ofrecer a los fieles la oportunidad de asistir a la Misa dominical, o de darle el viático a un moribundo.
Suele ser blanco, pero admite adornos o franjas de otro color. (Actualmente dependiendo la diócesis, puede el mantel ser del color litúrgico). Antes se utilizaban tres, pero ahora basta con uno.
No se deja el altar sin mantel, ya que el altar desnudo es un signo distintivo del Viernes Santo. Por eso suele cubrirse con un cubremantel, para mantenerlo limpio en todo momento.
Se debe tener gran cuidado de que estos manteles estén escrupulosamente limpios. Cuando se colocan velas sobre el altar durante la exposición del Santísimo Sacramento, se debe colocar otro paño blanco limpio sobre el mantel (debajo de las velas) para evitar que se manchen o ensucien. Podemos observar aquí que el corporal y la tela encerada no pueden tomar el lugar de los manteles.
Los manteles deben ser bendecido, antes de que puedan ser utilizados para la celebración de la Misa.
Simbolismo:
1. En primer lugar el mantel representa la Santa Síndone. De hecho, el uso del lino fue prescrito por el Papa Silvestre, teniendo en mente la Santa Síndone. Así lo afirma el Lib. Pontif. (1, 171): “Estableció que el sacrificio del altar fuese celebrado, no sobre sedas o tejidos de color, sino sobre tela de lino, que se cosecha de la tierra, de la misma manera que el cuerpo del Señor fue sepultado con un blanco lienzo de lino”
2. Los manteles representan los miembros de Cristo, esto es; a los fieles. Como el altar representa a Cristo, los manteles que están confeccionados con lino representan a los fieles porque el lino debe ser macerado para adquirir blancura, como los fieles deben pasar por diversas tribulaciones para unirse a Cristo en la patria celestial.
Este simbolismo se confirma con el Pontifical Romano. En la ordenación del subdiácono se dice que los cristianos son como vestimentas que recubren y adornan a Cristo.
El celebrar sin necesidad sobre dos manteles, o en uno doblado de tal manera que cubra el altar dos veces, probablemente constituiría un pecado venial (San Ligorio, Lb. VI, n. 375) ya que la rúbrica es prescriptiva.
Historia:
El documento más antiguo que hace referencia a su uso son las “Actas del Santo Tomás” (gnóstico, s.II) Optato Milevitano habla de los manteles como cosa de uso común.
En el s.VIII se colocaban varios manteles para evitar que el vino derramado sobre el altar, cayera fuera del mismo. El número de manteles ha sido diferente según las épocas (de dos a cuatro, y aun más) En el s.XV el Ordo de Bucardo de Estrasburgo señala el número de tres como una costumbre romana.
Desde la Baja Edad Media se acostumbra cubrir el altar con un tapete, cuando no se celebra Misa. No es obligatorio, pero lo fue en muchas diócesis y el Ceremonial de obispos lo suponía (II, c.1, n.13).
Además de los tres manteles hay otro mantel de lino, encerado por un lado, que se llama el chrismale (tela encerada), y con el que debe estar completamente cubierta la mesa del altar consagrado (incluso si parte de ella está hecha de ladrillos u otro material, y no forma parte del altar consagrado) (Caerem. Episc., De altaris consecratione).
Debe ser del tamaño exacto de la mesa del altar, y se coloca debajo de los manteles de lino con el lado encerado vuelto hacia la mesa. Su propósito es no sólo evitar que los manteles se manchen con el aceite usado en la consagración, sino también mantener los manteles secos. Por lo tanto, es aconsejable disponer de tal tela encerada en todos los altares de las iglesias que pueden ser accesibles a la humedad.
De acuerdo con las rúbricas, esta tela se retira una vez al año, es decir, durante la denudación de los altares el Jueves Santo, pero se puede cambiar cada vez que se limpie el altar. La tela encerada no se bendice. No puede tomar el lugar de uno de los tres manteles de lino ordenados por las rúbricas.
Para obtener telas enceradas, se derriten los restos de las velas de cera en un recipiente pequeño. Cuando la cera está en una condición de ebullición, se quitan las impurezas que quedan de los pabilos quemados. Se sumerge en esta cera el lino destinado para la tela encerada, y cuando está bien saturado se cuelga en un tendedero, permitiendo que se escurra el exceso de cera. Cuando la tela de cera se ha endurecido, se coloca entre dos hojas de lino sin cera de dimensiones similares. Se plancha detenidamente con una plancha bien caliente, lo cual produce tres manteles encerados. La tabla en la que se planchan las telas debe estar cubierta con un paño viejo o papel grueso para recibir la cera superflua derretida por la plancha.
Se debe recordar que, cuando se sumerge en cera, el lino sin lavar se encoge considerablemente, por lo tanto, antes de encerar las telas deben ser mayores que la parte superior del altar al cual están destinadas.
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(Del latín manus, mano, y tergere, enjugar, secar)
Paño de lino blanco con que el celebrante principal se seca las manos cuando las lavaba. Esto se hace inmediatamente después de la preparación del caliz.
Algunas veces, se utiliza una toalla blanca, no muy grande, y así se muestre el real sentido del lavabo.
EL SACERDOTE SE LAVA LAS MANOS ANTES DE LA CONSAGRACIÓN
Lo hace como gesto de purificación. El sacerdote se lava las manos para pedirle a Dios que lo purifique de sus pecados.
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La palia o hijuela parece datar de finales del siglo XVI pues antes de dicha fecha ejercía dicha función un extremo de los corporales que se doblaba sobre el cáliz o bien otros corporales plegados, según diferentes costumbres regionales.
Es una pieza de tela cuadrada, de unos 12 cms. por lado, y reforzada generalmente con cartón en el interior. La Palia es usada para cubrir el cáliz durante la Misa y proteger su contenido del polvo, insectos, etc. (Si tiene forma redonda se la llama hijuela)
La Palia nos trae a la memoria el Sudario que envolvió la cabeza de Jesús en el sepulcro.
Su uso es opcional, Tiene un sentido puramente utilitario e higiénico.
La Palia puede llevar ornamentación solamente en la parte de arriba, esta se puede adornar ricamente. La tela y el color normalmente hacen juego con los ornamentos, aunque puede ser siempre blanco.
Aunque no esté propiamente mandado, la misma reverencia debida a las cosas sagradas ha establecido en la práctica que, al preparar el cáliz para la Santa Misa y poner la patena sobre el purificador con la Hostia, encima de ella, como para resguardarla especialmente, se coloca la palia, que es una especie de tapa. Por la parte que toca con ella ha de ser lisa.
Es curioso ver como esta pieza casi ya no se utiliza y que el nombre de la palia se da ahora más bien a la hijuela.
La palia según su origen no es otra cosa que el corporal doblado en nueve partes.
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Palio: insignia pontifical otorgada por el papa a los arzobispos y algunos obispos. Es una banda circular de lana blanca decorada con seis cruces negras que se coloca sobre los hombros, cayendo por delante y por atrás, confeccionado con la lana de dos corderos que anualmente son ofrecidos al papa en la fiesta de santa Inés.
TAMBIEN SE LE LLAMA PALIO a especie de dosel o techo colocado sobre cuatro o más varas largas, que sirve en las procesiones para que el Santísimo o la imagen que se porta sean protegidos de las inclemencias del tiempo o de otros accidentes.
Estos suelen ser de telas brocadas y bordadas, su forma es por lo general rectangular, cuadrada o tipo sombrilla. Tienen un techo y una especie de cortinas hacia abajo. Tanto el techo como las cortinas suelen llevar alegorías eclesiales. Suele ser una pieza bastante adornada.
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Es un pedazo de lienzo o paño con que se abriga el pecho, que se encuentra en la vestimenta típica de un sacerdote. Se usa para mantener en su lugar el cuello romano (cuando no usan sotana), una tira blanca, usualmente de plástico, que es el distintivo de su condición sacerdotal y que se le suele asociar con el anillo que llevan los esposos una vez casados.
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Porta viatico o porta relicario: es una especie de bolsita, de diversos materiales (tela, cuero, piel, plástico), que puede ir adornada con algún símbolo litúrgico. Lleva un cordón lago (para poder colgarse al cuello),y evitar que se caiga. Asi el ministro trasporta el viatico o el relicario.
Viático provisiones para el camino): con este nombre se indica el sacramento de la eucaristía dado a los moribundos, según las palabras del Señor: «Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día» (Jn 6,54). «A ser posible, el v. debe recibirse en la misa, de modo que el enfermo pueda comulgar bajo las dos especies, ya que, además, la comunión en forma de v. ha de considerarse como signo peculiar de la participación en el misterio que se celebra en el sacrificio de la misa, a saber: la muerte del Señor y su tránsito al Padre» (RUE 26). Esta comunión es alimento y fuerza para el decisivo viaje a la eternidad.
RELICARIO: El cristianismo denomina reliquias a los restos de aquellas personas que han sido santificadas. Por extensión, se conoce como reliquia a las cosas que pertenecieron a los santos o que tuvieron algún tipo de contacto con ellos.
En los comienzos del cristianismo, las persecuciones hicieron que los objetos vinculados a las personas que murieron por defender su fe adquirieran un gran valor. Los clavos que se usaban para crucificar a los mártires y las sábanas con las que cubrían sus cuerpos, entre Muchos otros objetos, se transformaron en reliquias.
Para la custodia de estas reliquias, se crearon los relicarios. Estos estuches, cajas, cofres y arquetas permitían proteger las reliquias, dejándolas a resguardo. Con el tiempo, los relicarios empezaron a exhibirse en templos y otros sitios y adquirieron una estética similar a la de una obra artística. De este modo, los relicarios comenzaron a realizarse con materiales muy valiosos y a exhibir diferentes tipos de ornamentaciones.
La Catedral de Valencia, en España, cuenta con algunos de los relicarios más importantes del mundo. En ellos se encuentran las reliquias de San Luis Bertrán y San Juan de Ribera, entre otros santos.
Por su valor simbólico o económico, los relicarios muchas veces son objetos de interés para los ladrones. En enero de 2014, por ejemplo, delincuentes robaron un relicario de Juan Pablo II de la iglesia San Pietro della Ienca, ubicada en la ciudad italiana de L’Aquila.
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(Del latín purificatorium, que purifica)
Es un pequeño paño rectangular que usa el sacerdote en la Misa para limpiar el cáliz, la patena y sus dedos. También sirve para limpiar la cruz cuando es besada.
Suele tener una cruz o símbolo litúrgico estampada en el centro.
En la primera parte de la Misa (antes del ofertorio), el purificador se coloca entre el cáliz y la patena. Una vez usado, debe tratarse con mucho cuidado hasta que haya sido lavado, porque lo más seguro es que hayan quedado impregnadas las especies consagradas (hostias y/o vino).
Al lavarlo, el primer enjuague lo hace un clérigo a mano, y esa agua usada se la arroja en tierra natural, por si han quedado partículas del Santísimo Sacramento sobre Él.
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La palabra viene del latín subtana, o subtanea, de subtus, que significa debajo. Y se llama así a la vestidura talar (hasta los talones de los pies), que sin embargo no se lleva debajo, sino precisamente es lo que se ve. Es normalmente negra, pero en muchos casos es también blanca o roja o de otros colores, se ajusta al cuerpo, y con mangas estrechas.
La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a todos los sacerdotes (canon 136).
Esta, no ha sido exclusiva de los sacerdotes: también los sacristanes, los coristas o los monaguillos pueden llevarla. En la celebración litúrgica, se tiende a llevar alba, que es el equivalente en blanco.
En la Iglesia Católica Romana de rito latino, la sotana de uso diario es negra para todo el clero, menos el Papa para quien es blanca, y se le llama traje piano en recuerdo del papa Pio IX que estableció su uso.
Los seminaristas, Sacerdotes, Obispos, Capellanes de su Santidad yCardenales se distinguen por su fajín, botonadura y solideo: fajín azul para los seminaristas, rojo para los cardenales, morado para prelados de honor y obispos, negro para sacerdotes. En zonas tropicales o de mayo calor, tales como Ecuador, gran parte de África y La India, las Sotanas para el Clero, incluyendo las de Obispos y Cardenales son blancas, con los mismos detalles que la negra tradicional.
Para la vestimenta coral varía el color de la sotana de acuerdo con el grado de la prelatura: así los sacerdotes la usan negra; los beneficiados y canónigos la usan negra ribeteada, o en ocasiones morada; los prelados, protonotarios y monseñores la usan morada; los obispos y arzobispos, morada con vivos, bocamangas y botones carmesíes; los cardenales la usan roja; el papa blanca.
El color negro recuerda a todos que el que lo lleva ha muerto al mundo. Todas las vanidades del siglo han muerto para ese ser humano que ya sólo ha de vivir de Dios. El color blanco del alzacuellos simboliza la pureza del alma. Conociendo el simbolismo de estos dos colores es una cosa muy bella que todas las vestiduras del sacerdote, incluso las de debajo de la sotana, sean de esos dos colores: blanca camisa y alzacuellos, negro jersey, pantalones, calcetines y zapatos.
El hábito eclesiástico también es signo de pobreza que nos evita pensar en las modas del mundo. Es como si dijéramos al mundo: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
«Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?».
Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar. Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres entre el clero en general es una triste realidad.
Contra la enseñanza perenne de la Iglesia, está la opinión de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que de paisano. Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante.
La sotana es una vestimenta usada por sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica Romana, de las Iglesias Ortodoxas y Orientales, de la Comunidad Anglicana y de algunas Iglesias reformadas.
En las Iglesias Ortodoxas la sotana propiamente dicha, es por lo general, aunque no exclusivamente, negra para seminaristas, monjes, diáconos, presbíteros, obispos, arzobispos y patriarcas, sin embargo en algunas Iglesias como la Rumana el Patriarca la utiliza en color blanco.
Entre el clero también se llegan a utilizar sotanas azules, grises, cafés e incluso blancas en lugares donde el clima lo amerita. Existe también el rason (exorason) o sotana exterior, originalmente una vestimenta de origen monástico, es más amplia, y utilizada sobre la sotana común o interior. La usa el clero ordenado (diáconos, presbíteros, obispos) y los monjes como vestimenta de diario. Los seminaristas y las llamadas órdenes menores como subdiáconos y lectores no la visten. En ocasiones los cantores la utilizan durante los servicios sobre la vestimenta laica de diario.
En la Comunidad Anglicana se utiliza negra para seminaristas, diáconos y presbíteros; los canónigos en ocasiones la utilizan roja (escarlata) o negra con botones y filo rojo; y los obispos la utilizan púrpura aunque no siempre, por ejemplo, el actual arzobispo de Canterbury suele utilizarla en color negro.
Exponemos siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.
1º – El recuerdo constante del sacerdote
Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego… ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es.
2º – Presencia de lo sobrenatural en el mundo
No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes… Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, Su simple presencia influye en los demás: da seguridad, o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.
Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento.
Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.
3º – Es de gran utilidad para los fieles
El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. EL SACERDOCIO NO ES UNA PROFESIÓN, con un horario marcado; es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.
4º – Sirve para preservar de muchos peligros
¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.
Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.
Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.
Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.
5º – Ayuda desinteresada a los demás
El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se tratara de un estorbo?
6º – Impone la moderación en el vestir
La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia.
Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc. Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.
7º – Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia
Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.
Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos a través de los siglos.
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La diversidad de colores en las vestiduras sagradas pretende expresar con más eficacia, aún exteriormente, tanto el carácter propio de los misterios de la fe que se celebran, como el sentido progresivo de la vida cristiana en el transcurso del año litúrgico. Así los cristianos oran con sentimientos diversos evocados también por los colores de las vestiduras litúrgicas.
BLANCO:
Se usa en tiempo pascual, tiempo de navidad, fiestas del Señor, de la Virgen, de los ángeles, y de los santos no mártires. Es el color del gozo pascual, de la luz y de la vida.
Expresa alegría y pureza.
ROJO:
Se usa el domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés, fiesta de los apóstoles y santos mártires. Significa el don del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe aún hasta derramar la sangre en el martirio. Es el color de la sangre y del fuego.
VERDE:
Se usa en el tiempo ordinario (período que va desde el Bautismo del Señor hasta Cuaresma y de Pentecostés a Adviento). Expresa la juventud de la Iglesia, el resurgir de una vida nueva.
Se usa en los oficios y Misas del «ciclo anual».
MORADO:
Indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el espíritu de penitencia; por eso se usa en adviento, cuaresma y liturgia de difuntos.
Es signo de penitencia y austeridad.
MENOS USADOS:
DORADO o PLATEADO:
Subraya la importancia de las grandes fiestas. En los días más solemnes pueden emplearse ornamentos más nobles, aunque no sean del color del día
ROSA:
Subraya el gozo por la cercanía del Salvador el Tercer Domingo de Adviento, e indica una pausa en el rigor penitencial el Cuarto Domingo de Cuaresma. Es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera.
AZUL:
Indica las fiestas marianas, sobre la Inmaculada Concepción.
NEGRO:
Expresión de duelo.
TODOS ESTOS COLORES DEBEN ESTAR MARCADOS TAMBIÉN EN NUESTRO CORAZÓN:
- Debemos vivir con el vestido blanco de la pureza, de la inocencia. Reconquistar la pureza con nuestra vida santa.
- Debemos vivir con el vestido rojo del amor apasionado a Cristo, hasta el punto de estar dispuesto a dar nuestra vida por Cristo, como los mártires.
- Debemos vivir el color verde de la esperanza teologal, en estos momentos duros de nuestro mundo, tendiendo siempre la mirada hacia la eternidad.
- Debemos vivir el vestido morado o violeta, pues la penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y actitudes de nuestra vida cristiana.
- Debemos vivir el vestido rosa, solo de vez en cuando, pues toda alegría humana es efímera y pasajera.
- Debemos vivir con el vestido azul mirando continuamente el cielo, aunque tengamos los pies en la tierra.
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